antiguo ingenio de san pedro alejandrino

Al ingresar a la antigua hacienda, se encuentra un conjunto de edificaciones coloniales que conservan la esencia del pasado productivo de la Quinta de San Pedro Alejandrino. Estas construcciones, que hoy evocan otra época, fueron el corazón de un próspero ingenio panelero, donde se procesaba la caña de azúcar cultivada en los fértiles terrenos de la hacienda. En este lugar bullicioso y vital, se elaboraban productos como ron, miel y panela, fruto del ingenio y el esfuerzo.

Bajo la visión empresarial de Don Joaquín de Mier y Benítez, estos productos eran comercializados a lo largo y ancho del mar Caribe, transportados en su propia flotilla de barcos mercantes. Más allá de su valor económico, el ingenio representó una pieza clave en la historia agroindustrial de la región y nos habla del dinamismo comercial que caracterizó a Santa Marta en el siglo XIX. Hoy, este espacio patrimonial invita a redescubrir la vida cotidiana, el trabajo y la transformación de la materia prima en una época que marcó profundamente la identidad del territorio.

El Trapiche

Antiguo ingenio de San Pedro Alejandrino

El Trapiche es una de las estructuras más representativas del antiguo ingenio de la hacienda, distinguida por sus muros gruesos de contención y su característico techo en forma cónica. En su interior se trituraba la caña de azúcar cultivada en los campos de San Pedro Alejandrino, mediante un sistema de molienda que extraía el jugo necesario para la elaboración de productos como la miel, el ron y la panela. Esta edificación, robusta y funcional, refleja la ingeniería y el esfuerzo humano que sostenían la producción agroindustrial de la época.

En la parte posterior del edificio se encuentran los hornos, un área esencial donde el jugo de caña se cocinaba en calderas de gran tamaño, vigilando cuidadosamente el punto exacto de cocción que transformaba el líquido en miel espesa, y finalmente en panela sólida. Este proceso, que combinaba técnica, experiencia y resistencia al calor, era clave en el funcionamiento del ingenio. Hoy, visitar El Trapiche permite comprender la dimensión productiva de la hacienda y valorar el legado del trabajo que dio forma a la historia económica de la región.

Antiguo ingenio de San Pedro Alejandrino

La Bagacera

La Bagacera era el espacio destinado a almacenar el bagazo, es decir, los residuos de la caña una vez extraído su jugo en el trapiche. Este subproducto, lejos de ser un simple desecho, tenía múltiples usos dentro del ingenio: se empleaba como combustible para alimentar las calderas, como material de relleno o incluso como abono para los cultivos. Su acumulación era constante, por lo que se requería una estructura amplia, ventilada y estratégicamente ubicada cerca del área de molienda.

Este espacio no solo era funcional, sino que también formaba parte del circuito productivo integral de la hacienda, reflejando una lógica de aprovechamiento total de los recursos. En la actualidad, La Bagacera se conserva como testimonio del carácter autosuficiente y eficiente de los antiguos ingenios azucareros, y representa una oportunidad para reflexionar sobre prácticas sostenibles que hoy siguen siendo relevantes.

La Destilería

La Destilería era el lugar donde el ingenio alcanzaba uno de sus procesos más sofisticados: la transformación de la miel de caña en ron. Unos pasos más allá del trapiche, esta estructura albergaba grandes calderas y alambiques de cobre, que permitían llevar a cabo el proceso de destilación.

Un alambique es una máquina antigua que sirve para separar el alcohol de otros líquidos, como la miel de caña. Funciona de la siguiente forma: primero se pone la miel en una olla grande (llamada caldera) y se calienta mucho, hasta que empieza a salir vapor. Ese vapor, que tiene el alcohol, sube por un tubo largo y curvo. Luego, ese vapor pasa por un tubo frío, en forma de espiral, que lo enfría poco a poco. Al enfriarse, el vapor se convierte otra vez en líquido, ¡y ese líquido es el ron! Así, el alambique transforma la miel cocida en una bebida que antes era muy apreciada y que se exportaba por mar a otros lugares. Es como una mezcla de ciencia, fuego y paciencia para lograr algo completamente nuevo.

El ron producido aquí era envasado y transportado por la flotilla de barcos de Don Joaquín de Mier, llegando a distintos puertos del continente. La destilería era un espacio de precisión técnica y manejo delicado, donde el conocimiento empírico y la experiencia eran fundamentales.

El Sótano

El Sótano del antiguo ingenio cumplía una función fundamental en la producción del ron: era el espacio donde se almacenaban cuidadosamente los barriles para su añejamiento. Gracias a las condiciones de temperatura y humedad controladas que ofrecía este lugar subterráneo, el ron podía madurar lentamente, desarrollando sus sabores y aromas característicos. Este proceso de reposo era clave para lograr la calidad que hizo famoso el licor producido en la hacienda, y refleja la dedicación y el saber hacer que acompañaban cada etapa de la producción. Visitar el sótano es adentrarse en el corazón de la tradición artesanal y entender la paciencia detrás de cada gota.

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