Melocactus curvispinus
Descripción general
El Gorro de Obispo, también conocido simplemente como Melocactus, es un cactus globoso o algo cilíndrico, de tallo verde oscuro, que puede medir entre 6 y 30 cm de alto y hasta 27 cm de ancho. Su nombre popular proviene de una estructura muy distintiva que aparece cuando la planta es adulta: el cefalio, una especie de “corona” lanosa y espinosa de color marrón rojizo que brota en la parte superior del cactus, parecida a un sombrero eclesiástico.
Este cefalio es donde se desarrollan las flores, que son pequeñas y de tonos rosa o púrpura oscuro, y dan lugar a frutos de color magenta intenso. Su forma compacta y sus espinas curvas le dan un aspecto ornamental muy particular.
Historia
Melocactus curvispinus es nativo del Caribe y América del Sur, incluyendo zonas áridas del norte de Colombia y Venezuela. Se ha adaptado a condiciones muy secas, creciendo entre rocas, matorrales espinosos o suelos pobres.
Tradicionalmente ha sido usado como planta ornamental, pero también ha captado el interés de científicos y coleccionistas por su peculiar forma de crecimiento: una vez aparece el cefalio, el cactus deja de crecer en altura y concentra toda su energía en la reproducción.
Propiedades especiales
- Cefalio reproductivo: A diferencia de la mayoría de los cactus, este produce flores exclusivamente en una estructura especializada (el cefalio), lo que lo hace único.
- Floración continua: Una vez aparece el cefalio, puede florecer continuamente durante varios años.
- Adaptación extrema: Vive en condiciones con escasa agua y sol intenso, manteniéndose activo incluso en suelos salinos o pedregosos.
- Frutos ornamentales y comestibles: Aunque no se cultivan para consumo, sus frutos pueden comerse y son dulces, aunque pequeños.
Dato curioso
En algunas culturas caribeñas, el fruto del Gorro de Obispo es conocido como “boquilla de monja” o “cabeza de fraile” por su forma y color. Además, en jardines botánicos y colecciones privadas, es una de las especies más valoradas por su forma y rareza. Una curiosidad científica: si se retira el cefalio, la planta no puede volver a crecer, pues ha terminado su fase vegetativa.